Cantes de Juan Breva
Antonio Ortega Escalona. Vélez-Málaga (Málaga) - Málaga, 1918. Cantaor. Personalidad clave como punto de referencia del antiguo cante malagueñero. De él escribió García Lorca aquello de "Era la misma / pena cantando / detrás de una sonrisa". Heredó el sobrenombre del abuelo, quien vendía brevas y ofrecía su mercancía mediante un pregón cantado. Se acompañaba él mismo a la guitarra en ocasiones, y en Madrid tuvo los mejores años de su carrera, cuando fue el verdadero rey de los ambientes flamencos capitalinos. Así, en 1884 cantaba cada día en tres espectáculos distintos: en el teatro Príncipe Alfonso, en el café del Barquillo y en el café del Imparcial; en los dos primeros locales le pagaban cinco duros, y en el Imparcial esa cantidad más casa para la familia; en los contratos se especificaba que había de pagársele en oro. Rubén Darío lo conoció en su época de esplendor y dejó testimonio de ello. Único cantaor llamado en su tiempo a cantar en presencia de los reyes, se cuenta que Alfonso XII le regalaba siempre un magnífico alfiler de corbata, además de una buena cantidad en metálico. Pese a todo ese dinero ganado, sus últimos años en Málaga fueron más bien miserables, pese a que contaba con el respeto de todos los flamencos, que le llamaban "señó Juan" y lo veneraban. Allí, en el famoso Café de Chinitas, oyó cantar por primera vez a un joven y triunfante Antonio Chacón, y tendría lugar el episodio que refleja una conocida copla: "En el Café de Chinitas / cantó una copla Chacón, / y le contestó Juan Breva: / Cantas tú mejor que yo / esa malagueña nueva". Los cantes de Juan Breva están en el origen de la malagueña, y no se podría prescindir de ellos para explicar el desarrollo de esta gama de cantes. Cuando murió hubo de hacerse una colecta para pagar el entierro.
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